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LOS GRANDES HECHOS HISTÓRICOS SON MUCHAS VECES PRECEDIDOS DE PEQUEÑAS SEÑALES, QUE EN TIEMPOS NORMALES SUELEN SER CONSIDERADOS INSIGNIFICANTES, .... SIN EMBARGO, ....
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Sin embargo, se sabe que inesperadamente los pequeños hechos se pueden tansformar en grandes y significativos hechos que pueden cambiar el curso de la historia de las naciones o de las organizaciones.
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Pequeños hechos como la autoinculpación del martillero Sr. Valdivia en su lecho de muerte respecto a la red montada para evadir impuestos con la colaboración de un par de fiscalizadores del SII pudieron terminar en la Crisis política-financiera que involucró a Penta, la UDI, Caval y luego a Martelli y Peñailillo, llegando hasta las puertas del Palacio Presidencial.
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Así también, el abandono notable de las condiciones materiales y didácticas de aprendizaje de los cerca de 7.000 estudiantes que debe atender la UTEM, incrito en el contexto del conflicto global generado por las propuestas de Reformas Educacionales y expectativas generadas, puede desencadenar una pequeña/gran tormenta en las aulas de una institución que se desenvuelve sin una mirada autocrítica suficientemente acuciosa.
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Las improvisadas reacciones de las autoridades son una clara señal de la escasa profundidad del análisis institucional.
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Ya sea la penosísima participación de los tres Vicerrectores junto al Jefe de Gabinete y algunos dirigentes gremiales en la Asamblea recientemente realizada en Casa Central, expuesta en youtube y replicada en este blog; o, la superficial carta del Sr. Rector dirigida al estudiantado y rechazada por éste, son una muestra de esa debilidad.
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No haber tomado conciencia oportunamente de las falencias materiales existentes ya es un hecho grave, pero mucho más grave es no haber comprendido que la situación de los centenares de "académicos" contratados abusivamente a honorarios, sin derechos previsionales ni vacaciones, sin derecho a voto en las decisiones académicas ni administrativas, sin derecho a enfermarse y poder gozar de una licencia médica, etc., resulta inaceptable e impresentable en una universidad estatal que se supone que se construye y desenvuelve bajo principios éticos muy diferentes a los de las universidades privadas empresariales.
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Es probable, o al menos posible, que una vez más las actuales autoridades puedan sobevivir al temporal que se ha desatado como consecuencia tanto de sus falencias como de su improvisación, pero estos hechos igualmente debieran servir como punto de partida para una reflexión seria sobre los límites éticos que impone la educación superior estatal moderna a los responsables de su gestión y/o administración.
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Sin embargo, se sabe que inesperadamente los pequeños hechos se pueden tansformar en grandes y significativos hechos que pueden cambiar el curso de la historia de las naciones o de las organizaciones.
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Pequeños hechos como la autoinculpación del martillero Sr. Valdivia en su lecho de muerte respecto a la red montada para evadir impuestos con la colaboración de un par de fiscalizadores del SII pudieron terminar en la Crisis política-financiera que involucró a Penta, la UDI, Caval y luego a Martelli y Peñailillo, llegando hasta las puertas del Palacio Presidencial.
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Así también, el abandono notable de las condiciones materiales y didácticas de aprendizaje de los cerca de 7.000 estudiantes que debe atender la UTEM, incrito en el contexto del conflicto global generado por las propuestas de Reformas Educacionales y expectativas generadas, puede desencadenar una pequeña/gran tormenta en las aulas de una institución que se desenvuelve sin una mirada autocrítica suficientemente acuciosa.
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Las improvisadas reacciones de las autoridades son una clara señal de la escasa profundidad del análisis institucional.
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Ya sea la penosísima participación de los tres Vicerrectores junto al Jefe de Gabinete y algunos dirigentes gremiales en la Asamblea recientemente realizada en Casa Central, expuesta en youtube y replicada en este blog; o, la superficial carta del Sr. Rector dirigida al estudiantado y rechazada por éste, son una muestra de esa debilidad.
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No haber tomado conciencia oportunamente de las falencias materiales existentes ya es un hecho grave, pero mucho más grave es no haber comprendido que la situación de los centenares de "académicos" contratados abusivamente a honorarios, sin derechos previsionales ni vacaciones, sin derecho a voto en las decisiones académicas ni administrativas, sin derecho a enfermarse y poder gozar de una licencia médica, etc., resulta inaceptable e impresentable en una universidad estatal que se supone que se construye y desenvuelve bajo principios éticos muy diferentes a los de las universidades privadas empresariales.
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Es probable, o al menos posible, que una vez más las actuales autoridades puedan sobevivir al temporal que se ha desatado como consecuencia tanto de sus falencias como de su improvisación, pero estos hechos igualmente debieran servir como punto de partida para una reflexión seria sobre los límites éticos que impone la educación superior estatal moderna a los responsables de su gestión y/o administración.
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