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jueves, 11 de abril de 2013

Por qué los políticos no entienden lo que quieren decir los estudiantes: El abismo lingüístico y de valores entre la calle y el establishment.

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Desde que las demandas sociales se pusieron en el centro del debate, parece que una muralla infranqueable se hubiera instalado entre la calle y quienes se acomodaron en el sistema. Es un cambio de paradigma que la clase gobernante sigue sin comprender. Entre quienes hacen una lectura del conflicto, hay consenso: “Si la política no es refundada, no habrá cambios en los derechos”.
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DE EL MOSTRADOR.CL
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Educación gratuita. No hay cambios en siquiera una letra de esta demanda que nació al calor de las movilizaciones estudiantiles de 2011. 
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Por eso todos los candidatos presidenciales la tienen entre sus propuestas, aunque la mayoría con matices.

“Creo que es regresivo que quienes pueden pagar no paguen. Creo en la gratuidad como concepto, porque creo que la enorme mayoría de los chilenos no puede pagar”, dijo Michelle Bachelet en unas de sus primeras intervenciones a su llegada a Chile, cerrando la puerta a la gratuidad universal; un tema que incluso hizo que el ex presidente de la FECh, Gabriel Boric, declarara un nuevo escenario este semana: “Creo que acá se marca un claro quiebre con el movimiento estudiantil”, dijo el dirigente.
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NOTA EDITOR : Si de derechos se quiere discutir en serio, porqué no incluir también en la discusión un derecho íntimamente ligado al derecho a la vida como es  el derecho a la Salud gratuita y de buena calidad para toda la población. O, el derecho a viviendas de buena calidad donde toda la población pueda vivir dignamente.
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Obviamente se dirá que el costo de esos derechos, aunque más importantes que el de la educación  universal y gratuita tienen un costo mucho más elevado y que los afectados no tienen la capacidad para organizarse y exigirlos con la fuerza requerida.
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Por último se dirá que en una economía con recursos restringidos, para satisfacer algunos derechos se debe sacrificar el de otros.
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Es decir, la política y sus partidos organizados tienen la palabra final en cuanto a la forma y linea divisoria que otorga y priva de derechos a unos sectores respecto de otros, pues si el país se paraliza no habrá derechos para nadie.

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