AÚN CUANDO FALTA LA CARTA DE PRESENTACIÓN DE LA EX CONSEJERA SRA. PATRICIA MELLADO A. PARA PODER HACER UN ANÁLISIS COMPLETO, YA SEIS DE LOS CANDIDATOS HAN ENVIADO REFERENCIAS, MÁS O MENOS ESCUETAS, O MEJOR DICHO, MÁS O MENOS AMBIGUAS, RESPECTO DE SU FUTURO ROL EN EL CONSEJO SUPERIOR, LO QUE PERMITIRÍA HACER UN PRIMER DIAGNÓSTICO DE LOS CONTENIDOS EVIDENTES Y DE LOS NO TAN EVIDENTES.
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Respecto al histórico problema de la democratización y descentralización de la UTEM, y cuya solución fue muchas veces prometida, en particular en la última elección de rector y que durante el actual mandato sólo se tuvo como respuesta la creación de una comisión de estatutos, que resultó ser un 'volador de luces' o un distractor del problema de fondo, sólo los colegas Rigoberto Valdenegro y Guadalupe Pizarro se pronuncian con claridad y precisión al respecto.
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Respecto al gravísimo problema de la eterna subrogancia del Contralor Interno, que priva al Consejo Superior de su principal herramienta para cumplir su función de Control de la institución, lamentablemente no hay mucho más.
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Sin duda que los consejeros salientes presentan una importante ventaja en torno al inminente problema de la acreditación que viene multiplicado por una CNA que debe dar pruebas de eficiencia y seriedad en sus resoluciones, dado que tiene la mirada de todo el país puesta en sus resoluciones, y que en consecuencia designará Comisiones de Pares Evaluadores que pondrán más atención en lo que tienen que evaluar.
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Particularmente podrían poner atención en la absurda dualidad de mando existente en la gestión de las Facultades dada la designación de los Directores de Escuela y Secretarios de Facultad por la rectoría, dejando en los hechos al Decano completamente atado de manos y al servicio de algunas funciones protocolares internas. Posiblemente, a esas alturas, los periodícamente resucitados Comités de Apoyo Docente, cada vez que vienen los Pares Evaluadores, no resistan un análisis en profundidad en su pretendida capacidad de enfrentar la dualidad de mando en el área docente.
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Sin duda que para los diferentes grupos de poder existentes al interior de la universidad, en particular al que rodea la actual rectoría, puede ser muy apetitoso continuar con las estructuras actuales, pues así se juega al todo o nada en el control del aparato institucional.
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En relación a las tareas de investigación propias de una universidad s. XXI, sólo dos postulantes plantean la necesidad de formular políticas en esta área, pues el simplista concepto de universidad docente elaborado en los años 80s. para permitir el desarrollo de las Ues. privadas, ha perdido casi completamente su vigencia, pues esas se han lanzado de cabeza a formar sus equipos de investigadores para enfrentar el futuro inmediato; valga al respecto la reciente noticia de la U. Autónoma que se encuentra en proceso de importación de 250 doctores con experiencia comprobada en investigación, o las grandes inversiones de la U. A. Bello o de la U. Diego Portales, entre otras.
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Probablemente el lenguaje ambiguo utilizado por la mayoría de las candidaturas para enfrentar estos problemas sea el más aconsejable en las actuales condiciones, dado que expresar algunas discrepancias duras con la autoridad omnímoda, puede acarrear muchos problemas a quienes discrepen. Además, dado que casi todos son suficientemente conocidos, tanto por sus actuaciones como por sus omisiones en el extenso desempeño académico en nuestra universidad; y en consecuencia, basta con lo dicho.
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Respecto al histórico problema de la democratización y descentralización de la UTEM, y cuya solución fue muchas veces prometida, en particular en la última elección de rector y que durante el actual mandato sólo se tuvo como respuesta la creación de una comisión de estatutos, que resultó ser un 'volador de luces' o un distractor del problema de fondo, sólo los colegas Rigoberto Valdenegro y Guadalupe Pizarro se pronuncian con claridad y precisión al respecto.
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Respecto al gravísimo problema de la eterna subrogancia del Contralor Interno, que priva al Consejo Superior de su principal herramienta para cumplir su función de Control de la institución, lamentablemente no hay mucho más.
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Sin duda que los consejeros salientes presentan una importante ventaja en torno al inminente problema de la acreditación que viene multiplicado por una CNA que debe dar pruebas de eficiencia y seriedad en sus resoluciones, dado que tiene la mirada de todo el país puesta en sus resoluciones, y que en consecuencia designará Comisiones de Pares Evaluadores que pondrán más atención en lo que tienen que evaluar.
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Particularmente podrían poner atención en la absurda dualidad de mando existente en la gestión de las Facultades dada la designación de los Directores de Escuela y Secretarios de Facultad por la rectoría, dejando en los hechos al Decano completamente atado de manos y al servicio de algunas funciones protocolares internas. Posiblemente, a esas alturas, los periodícamente resucitados Comités de Apoyo Docente, cada vez que vienen los Pares Evaluadores, no resistan un análisis en profundidad en su pretendida capacidad de enfrentar la dualidad de mando en el área docente.
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Sin duda que para los diferentes grupos de poder existentes al interior de la universidad, en particular al que rodea la actual rectoría, puede ser muy apetitoso continuar con las estructuras actuales, pues así se juega al todo o nada en el control del aparato institucional.
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En relación a las tareas de investigación propias de una universidad s. XXI, sólo dos postulantes plantean la necesidad de formular políticas en esta área, pues el simplista concepto de universidad docente elaborado en los años 80s. para permitir el desarrollo de las Ues. privadas, ha perdido casi completamente su vigencia, pues esas se han lanzado de cabeza a formar sus equipos de investigadores para enfrentar el futuro inmediato; valga al respecto la reciente noticia de la U. Autónoma que se encuentra en proceso de importación de 250 doctores con experiencia comprobada en investigación, o las grandes inversiones de la U. A. Bello o de la U. Diego Portales, entre otras.
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Probablemente el lenguaje ambiguo utilizado por la mayoría de las candidaturas para enfrentar estos problemas sea el más aconsejable en las actuales condiciones, dado que expresar algunas discrepancias duras con la autoridad omnímoda, puede acarrear muchos problemas a quienes discrepen. Además, dado que casi todos son suficientemente conocidos, tanto por sus actuaciones como por sus omisiones en el extenso desempeño académico en nuestra universidad; y en consecuencia, basta con lo dicho.
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