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lunes, 23 de febrero de 2015

DESERCIÓN ESTUDIANTIL UNIVERSITARIA : EDITORIAL MERCURIAL

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DESERCIÓN UNIVERSITARIA
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La gran mayoría de los estudiantes chilenos, a pesar de la mayor información disponible en los últimos años, postula con grandes vacíos de conocimiento a las carreras e instituciones de la educación superior. Estas hacen muy poco por transmitir información valiosa para la adopción de decisiones.
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De acuerdo con cifras del Ministerio de Educación, la deserción en educación superior sigue siendo elevada en Chile. Incluso en primer año superaría el 25%. Esta tasa es más alta entre estudiantes provenientes de liceos municipales, donde llegaría a 32,5%. En cambio, entre estudiantes egresados de colegios particulares pagados alcanzaría a 21,9%. Las causas de este fenómeno son múltiples y debe tenerse claro que esta deserción no es definitiva, toda vez que en muchas circunstancias lleva a un cambio de carrera. Hace algunos años el Centro de Microdatos de la Universidad de Chile estudió preliminarmente y en más profundidad las causas del abandono académico y aparecían con más fuerza, de acuerdo con los estudiantes, la falta de claridad vocacional o decepción con la carrera elegida; como segundo motivo, las exigencias académicas o falta de preparación para la disciplina que se cursaba, y en un lejano tercer lugar la situación socioeconómica de los estudiantes.

No cabe duda de que la gran mayoría de los estudiantes chilenos, a pesar de la mayor información disponible en los últimos años, postula con grandes vacíos de conocimiento a las carreras e instituciones de la educación superior. Estas hacen muy poco por transmitir información valiosa para la adopción de decisiones. Incluso el sistema único de admisiones, en el que participan 33 instituciones, no hace esfuerzos relevantes al respecto. Una prueba de ello es la nula información que sobre esta materia entrega dicho sistema, e incluso en la plataforma única de postulaciones hay pocos antecedentes para una adecuada toma de decisiones por parte de los estudiantes. Estos, hay que recordarlo, tienen plazos muy breves para materializar sus opciones, algo que no pasa en otras latitudes. Tampoco ayuda el que estas deban aplicarse a programas muy profesionalizantes, en lugar de privilegiar una especialización más tardía, como ocurre en otros esquemas de educación superior.

La incapacidad académica que mencionan los desertores también es, en parte, responsabilidad de las instituciones de educación superior, que han recibido recursos para apoyar a los estudiantes con más dificultades, pero que, salvo excepciones, no han sido capaces de apoyarlos de manera efectiva. Por cierto, también hay responsabilidades del sistema de enseñanza secundaria, que prepara, como sugieren numerosas pruebas internacionales, muy insuficientemente a sus estudiantes. Esa falta de preparación académica, que muchas veces también es falta de hábitos de estudio, exige mayores inversiones en esa educación -que de hecho es comparativamente la más deficitaria en apoyos fiscales-, pero también más preparación de sus docentes y directivos, y exigencias de desempeño mayores.

Por último, hay un grupo de estudiantes que requiere de mayor apoyo económico, particularmente en términos de becas para subsistir mientras estudian. Los montos actuales son comparativamente reducidos.




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