LA MARCHA DE LA DISTANCIA : UNA INTERPRETACIÓN FRÍA DE LA REALIDAD DEL GOBIERNO ACTUAL
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"La marcha del jueves puso de manifiesto que la propuesta del Gobierno está lejos de lo que esperan los estudiantes. Y que estos ya se dieron cuenta. Habrá reforma educativa, no cambio de paradigma... " CARLOS PEÑA, RECTOR UDP.
La marcha del día jueves -con sus letreros, sus canciones, sus consignas y las declaraciones de sus dirigentes- puso de manifiesto la diferencia entre el Gobierno y el movimiento estudiantil.
Mientras el Gobierno plantea un programa de reformas, los dirigentes estudiantiles aspiran a un cambio de paradigma.
(...)
La mayor parte de los dirigentes estudiantiles conciben su tarea como un esfuerzo por cambiar el paradigma con que se mira a la educación y su lugar en la sociedad. Si se cambia el paradigma educativo, piensan, se cambia la realidad.
(...) Si se le cambia -si se pasa de concebirla como un bien de consumo a concebirla como un derecho social, como incluso la Presidenta ha repetido-, todas las relaciones sociales comenzarían, piensan, tarde o temprano, a ser distintas.
La cooperación sustituiría a la competencia; el afán de lucro cedería el paso al trabajo altruista; la desigualdad, por fin, se dejaría vencer. Y es que cambiaría el paradigma. La reforma educativa, para los estudiantes, debe ser un cambio de paradigma. No una mejora socialdemócrata, sino un salto revolucionario.
¿Piensan lo mismo el Gobierno, que impulsa las reformas, y los parlamentarios, que con entusiasmo las apoyan?
Al margen de la retórica y de las concesiones narrativas (esas obvias trampas de la política), las reformas educativas del Gobierno son estrictamente socialdemócratas y no aspiran a ese cambio de paradigma por el que abogan, y con el que sueñan, algunos dirigentes estudiantiles.
¿Derecho social o bien de consumo?
Ambas cosas, sin duda. Un derecho social a la hora del acceso, porque la capacidad de pago no determinará el ingreso a las instituciones. Pero al mismo tiempo un bien de consumo, en la medida en que cada uno de los estudiantes, especialmente de educación superior, se apropiará, a través de la renta futura que percibirá, parte importante de los beneficios de la educación que reciba.
¿Educación estatal como sinónimo de educación pública?
No, en absoluto. Las entidades privadas también pueden poseer un sentido público que merece el reconocimiento. Ahí están la Universidad Austral, la Universidad de Concepción, la Pontificia Universidad Católica. El fetichismo estatal no lo comparte el Gobierno.
¿Fin al lucro?
Sí, pero solo con recursos públicos. Lo que repugna al Gobierno no es el lucro a secas, es el lucro con subsidios provenientes de rentas generales. Ello quiere decir que nada obstará a que exista la educación escolar con fines de lucro si no median subsidios.
Con la excepción de aquellos que ven en la narrativa del cambio de paradigma un sucedáneo tardío de la revolución que alguna vez añoraron, pero que nunca fue, la mayor parte del Gobierno sigue siendo socialdemócrata.
Y por eso (...) habrá reforma educativa, no cambio de paradigma.
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