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QUÉ SOMOS UNOS DE LOS PAÍSES ESTADÍSTICAMENTE MÁS DESIGUALES NO ES DISCUTIBLE.
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Quizás existan otros países aún más desiguales, pero la calidad de sus estadísticas no permiten comprobarlo con rigor. Pero, comparados con los países desarrollados de la OECD, que también tienen buenas estadísticas, aparecemos en desventajosa situación.
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Tal vez se podría argüir que esto es consecuencia del proceso de desarrollo acelerado que ha vivido nuestro país, que en pocos decenios ha despegado desde una sociedad agrícola - minera muy primitiva y monstruosamente desigual para llegar a ser una economía basada en los servicios, el comercio y algo de industrias básicas; y que en consecuencia no es comparable con la situación actual de los otros países de la OECD que vivieron dramáticos procesos de industrialización en los siglos XVIII y XIX con niveles de desigualdad y pobreza inimaginables e incomprensibles para los actuales jóvenes y no tan jóvenes de nuestra patria en el día de hoy.
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De la simple lectura de algunas estadísticas se desprende que el 1% de las familias de más altos ingresos del país superan los 3 millones de pesos mensuales, cifra que corresponde a los ingresos de una familia de progenitores profesionales universitarios con edades que superan los 30 o 35 años.
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Obviamente, si se comparan estos ingresos con los de otros sectores mucho más numerosos de empleados, obreros calificados o de pequeños empresarios, cuyos ingresos familiares bordean los 600 a 800 mil pesos mensuales, la diferencia resulta abismante; y en consecuencia, la posibilidad de acceder a los estudios universitarios se hace muy atractiva.
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Sin embargo, cabe preguntarse si la explosión de la matrícula universitaria generada en los últimos 3 o 4 decenios, ha servido para hacer disminuír o para aumentar la desigualdad a nivel global.
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Ciertamente que varias decenas de miles de familias han visto pasar a sus hijos desde el segmento social D o C3 a las posiciones más acomodadas de los niveles socioeconómicos C1 o B, dependiendo de la profesión elegida por éstos.
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Sin embargo, eso no impactado necesariamente en mejorar el índice nacional de concentración de la riqueza, pues varios millones de otras familias no han logrado acceder a esos mejoramientos significativos de ingresos familiares, generando una diferenciación en la calidad de vida de amplios sectores populares versus una elite, algo más numerosa, que puede acceder a viviendas, educación, salud, capitalización y acceso a apetecibles bienes de agrado muy superiores a los de las grandes mayorías.
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Y, si algún efecto positivo pudiese tener este desplazamiento hacia arriba de los miles de egresados de la Educación Superior con cierta calidad aceptable, no puede dejar de desconocerse el creciente efecto negativo de grandes masas de población marginalizadas e invisibilizadas en sus poblaciones periféricas, como consecuencia de su desplazamiento de los sectores productivos tradicionales (agricultura, minería, construcción, comercio y servicios) afectados por la expansión de la tecnologización y el incremento de la productividad; y a la que vemos pulular en diversos 'trabajos' de cuidadores de autos, guardias de seguridad, múltiples formas de delincuencia, vendedores callejeros, limpiadores de vidrios de autos al paso, etc. etc, y finalizando con los encapuchados
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A lo anterior debe agregarse la ingeniosa creación del FUT y de las AFPs, las que han permitido y facilitado el enriquecimiento veloz de las grandes y medianas fortunas, liberándolas por una parte de pagar impuestos por los incrementos de sus capitales gracias a los estímulos al ahorro, y por otra, obligando a los fondos de pensiones a financiar a las grandes empresas mediante la obligación de comprar su Bonos con bajísimas tasas de interés y a comprarles las colocaciones de sus acciones a precios elevados.
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De allí a tener una creciente tasa de desigualdad, pese a que se mejoran pasajeramente las condiciones de vida de algunos sectores de la población, hay un paso lógico e inevitable, puesto que eso es consecuencia del mecanismo de desarrollo adoptado por las clases dirigentes del país a partir del año 1982.
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¿ CÓMO FRENAR LA CRECIENTE DESIGUALDAD ?
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De lo dicho se desprende que quizás la única forma de frenar la creciente y explosiva desigualdad socioeconómica debe pasar por una adecuada y progresiva reforma tributaria y un mejoramiento de las condiciones de gestión e inversión de los fondos previsionales administrados por las AFPs.
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Sin embargo, para que la primera medida tenga efectos realmente positivos, se debe implementar un buen uso de los fondos recaudados en apoyo a los sistemas educacional, sanitario y habitacional del país, y en cierta medida, también, al desarrollo de infraestructura vial y energética.
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Así también, aunque no sea políticamente adecuado, debe reconocerse que estas medidas tendrán consecuencias negativas e inevitables en la velocidad del desarrollo económico de mediano y largo plazo. Y también efectos negativos en el bienestar de las capas medias y altas de la sociedad durante un considerable periodo de tiempo. De otro modo, el engaño de tratar de ocultar este hecho, lo que de verdad no está resultando, se transformará en un nuevo elemento de furia y malestar social y político, que no ayudará a darle estabilidad al proyecto de desarrollo del país.
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Por otra parte, la estrategia de la ambigüedad en las comunicaciones, no sólo está agotando la paciencia de las capas medias y altas, sino que está fracasando y haciendo perder aceleradamente la credibilidad en el actual gobierno.
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La igualdad es un tema que debe mejorarse, pero no será mas trascendental la Equidad?
ResponderEliminarCierto !!!
EliminarAsí tb. la responsabilidad social de las empresas e individuos exigida legalmente son necesarias y complementarias.
Hasta ahora, Chile sigue funcionando con la cultura de los Conquistadores y los Colonizadores Europeos.