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CUANDO UN PUEBLO PIERDE LA FE EN LA CAPACIDAD DEL RACIOCINIO PARA RESOLVER LOS PROBLEMAS DE CONVIVENCIA, SÓLO QUEDA EL USO DE LA FUERZA PARA IMPONER "SOLUCIONES".
PERO, ES EL ABUSO DE LAS ARGUMENTACIONES TORCIDAS CON EL ÚNICO AFÁN DE LOGRAR BENEFICIOS ECONÓMICOS O POLÍTICOS LO QUE HACE PERDER LA FE EN EL VALOR DE LA ARGUMENTACIÓN.
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EDITORIAL DE : EL MERCURIO.COM
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EL VALOR DE ARGUMENTAR
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Es inquietante para la convivencia social y política del país la pérdida de valor de la argumentación que se percibiría entre los jóvenes universitarios chilenos. Así lo registra un reciente informe del Centro de Estudios de la Argumentación de la Universidad Diego Portales.
El propósito del estudio —que contempló 600 alumnos, 80 entrevistas y 12 grupos de discusión en 12 universidades a lo largo de tres años— fue saber qué opinión tiene la actual generación de universitarios sobre la actividad social de argumentar, debatir y tener controversias. La conclusión fue bastante taxativa: existe una evidente pérdida de valoración de la argumentación como forma de resolver una controversia.
Muchas veces los jóvenes tienen la idea de que argumentar significa terminar en disputas. Por otra parte, existe, en general, una baja capacidad de escuchar al otro, de llegar a acuerdos y de resolver problemas.
Hay expertos que dan cuenta de que la escasa lectura de los jóvenes y la influencia de las redes sociales podrían estar acrecentando el fenómeno. Al mismo tiempo, el descrédito de la política —otrora fuente de la práctica argumentativa— es otra responsable de esta tendencia.
La investigación, sin embargo, mostró un aspecto positivo en la formación universitaria, ya que en la medida que los estudiantes avanzaban en sus carreras, esa disposición a la argumentación —tal como debiera ser esperable— se iba fortaleciendo.
Lo anterior está en línea con lo planteado por el ex rector de Harvard Derek Bok, quien hace algunos años describió el tránsito que debieran tener los estudiantes universitarios a lo largo de su educación. Según el ex rector, los estudiantes debieran llegar en su última etapa de formación (que él llama “confusión inteligente”) a un estadio en el cual tengan conciencia de que incluso las conclusiones mejor razonadas son consideradas como provisorias, expuestas a ser modificadas o desechadas si se enfrentan a argumentos contrarios más poderosos que los propios. Y es aquí donde el valor de la argumentación es clave.
Por otra parte, la apertura a la argumentación fortalece una disposición democrática para deliberar de manera razonable. Por esta razón, el valor es tan grande que no solo un saber cualquiera será considerado cierto si es que está correctamente argumentado, sino que para participar de manera plena de la vida democrática y, además, para fortalecer la democracia en sí misma, se requiere de ciudadanos que puedan combinar adecuadamente la argumentación y el pensamiento crítico.
Muchas veces los jóvenes tienen la idea de que argumentar significa terminar en disputas. Por otra parte, existe, en general, una baja capacidad de escuchar al otro, de llegar a acuerdos y de resolver problemas.
Hay expertos que dan cuenta de que la escasa lectura de los jóvenes y la influencia de las redes sociales podrían estar acrecentando el fenómeno. Al mismo tiempo, el descrédito de la política —otrora fuente de la práctica argumentativa— es otra responsable de esta tendencia.
La investigación, sin embargo, mostró un aspecto positivo en la formación universitaria, ya que en la medida que los estudiantes avanzaban en sus carreras, esa disposición a la argumentación —tal como debiera ser esperable— se iba fortaleciendo.
Lo anterior está en línea con lo planteado por el ex rector de Harvard Derek Bok, quien hace algunos años describió el tránsito que debieran tener los estudiantes universitarios a lo largo de su educación. Según el ex rector, los estudiantes debieran llegar en su última etapa de formación (que él llama “confusión inteligente”) a un estadio en el cual tengan conciencia de que incluso las conclusiones mejor razonadas son consideradas como provisorias, expuestas a ser modificadas o desechadas si se enfrentan a argumentos contrarios más poderosos que los propios. Y es aquí donde el valor de la argumentación es clave.
Por otra parte, la apertura a la argumentación fortalece una disposición democrática para deliberar de manera razonable. Por esta razón, el valor es tan grande que no solo un saber cualquiera será considerado cierto si es que está correctamente argumentado, sino que para participar de manera plena de la vida democrática y, además, para fortalecer la democracia en sí misma, se requiere de ciudadanos que puedan combinar adecuadamente la argumentación y el pensamiento crítico.
Dra Maria Eliana Pino
ResponderEliminarCreo que el valor de la argumentacion no solo esta mermado en las nuevas generaciones sino tambien es un triste reflejo de las generaciones adultas que de forma permanente intentan posicionar su punto de vista deslegitimizando al otro y no evaluando y valorando las distintas posiciones antes de sobrereaccionar.
Como dice la filosofia, cada cual esta enamorado de su discurso
y por estar obnubilado en esa perspectiva, se cierra a visualizar las fortalezas de otros puntos de vista.
Veamos como viene la mano despues del discurso de mañana
Nada que con el transcurso de los años no cambie.
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