¿ QUÉ DE MALO TIENE EL SISTEMA DE GOBIERNO DE LAS UNIVERSIDADES ESTATALES ?

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EN LO QUE NO CABE CASI NINGUNA DUDA, HOY POR HOY, ES QUE LA GOBERNANZA DE LAS Ues. ESTATALES ESTÁ FUNCIONANDO  ENTRE MAL Y PÉSIMO, TAL COMO HA QUEDADO EXPRESADO EN EL ANÁLISIS DE LOS COLEGAS ACADÉMICOS DE LA UFRO,  RECIENTEMENTE  DADO A CONOCER POR EL COLEGA CORBINAUD EN CARTA A UTEM-TODOS. (VER  : ANÁLISIS UFRO ).

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ASI TAMBIÉN, HACE UNOS POCOS DÍAS DON   EDUARDO SABROVSKI

SE HACÍA LA PREGUNTA RESPECTO AL ROL DEL ESTADO EN LAS QUE SE SUPONE QUE SON SUS UNIVERSIDADES PERO QUE NO LAS GOBIERNA Y SÓLO LAS FINANCIA.

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O, dicho de otro modo, ¿ Cómo el Estado se garantiza que "sus" universidades sean de verdad instituciones al servicio del país y no de los intereses corporativos de sus integrantes ?.

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¿ Acaso el cogobierno de académicos, funcionarios y estudiantes podrá resolver el problema de la representatividad de los derechos e intereses nacionales propiamente tales ?

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Bien sabemos que el Estado con todo su enorme aparataje burocrático  es por lo general un mal administrador de los recursos nacionales, y por ello se idean en todo el mundo sistemas de gobierno "equilibrados" a fin de que se mantengan los controles sobre los inevitables intereses corporativos.

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Basta leer con cierta detención las trágicas historias de las administraciones de las empresas de ferrocarriles estatales (EEFFE) o de la que fué la gigantesca Empresa de Transportes Colectivos del Estado (ETCE), que dado los elevadísimos costos e ineficiencia con la que operaba, al fin no se sabía si estas empresas existían para transportar pasajeros o para satisfacer principalmente los intereses  de sus directivos y  de sus trabajadores.

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Pero para no ir tan lejos, basta mirar lo que ocurre en nuestros hospitales públicos a la hora de ir a pedir hora para una consulta ante una enfermedad grave y ser diferido para una atención en seis o doce meses más, cuando la enfermedad  ha evolucionado tanto que ya no tiene remedio o que el costo de curación será enormemente mayor.

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Obviamente este problema no se resuelve ni se resolverá con un cogobierno de médicos, enfermeras y pacientes.

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Así tampoco, los grandes y graves problemas de gestión de las Universidades del Estado, tampoco se resolverán mediante la incorporación integrada de los  tres grupos de intereses corporativos que hoy día procuran tomar el control de las complejidades de la gestión de las instituciones de  educación superior estatal y de un apetitoso presupuesto de varios miles de millones de pesos.

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En primer lugar, pues si bien los estudiantes podrían ser mejores representantes de los intereses y derechos de la ciudadanía, dada su cantidad mayor conexión con ella, no menos cierto es que durante el corto periodo de sus estudios universitarios difícilmente se podrían preparar para adquirir la experticia de gestión  necesaria y mucho menos aún el tiempo requerido para hacerse cargo de las tareas que ello requiere.

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En ese caso, quizás sería mejor que los estudiantes se hiciesen representar por organizaciones de ex alumnos egresados de las diferentes  carreras, mediante procesos eleccionarios tanto de los alumnos como de los exalumnos para ejercer cargos de dirección de alto nivel, para los cargos ejecutivos, directivos y de  control.

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Obviamente, tanto el cuerpo académico activo como el pasivo, debieran también tener un rol de dirección, de gestión y más aún de control de las complejidades administrativas a fin de garantizar la libertad de cátedra y de investigación y la defensa irrestricta de la carrera académica. 

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Y, finalmente, el Estado representado por sus autoridades democráticamente electas, al igual que en  los Consejos del Banco Central o de la Contraloría General de la República debiera  el Gobierno Central y el Parlamento tener un mínimo derecho a intervenir en el proceso de elección de las autoridades ejecutivas superiores,  que actualmente está reducido a algo más que una ineficaz figura literaria.    

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Evidentemente el país requiere que sus universidades sean eficientes y productivas para que su labor se oriente a satisfacer las necesidades  de su población, tanto en los aspectos económicos, como sociales y artísticos.   

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Y, al final de cuentas y cuentos, en algún momento, gústenos o no, este problema se resolverá en éste o en un próximo Gobierno, que deberá mandar un proyecto a discusión del  Parlamento que atenderá hasta por ahí no más las muchas aspiraciones de las comunidades académicas y estudiantiles actuales.

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