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PRONTO A FINALIZAR DON LUIS PINTO FAVERIO SU CUARTO PERIODO RECTORIAL, CABE EVALUAR EL EJERCICIO DE SU MANDATO DE ACUERDO A LAS CIRCUNSTANCIAS QUE LE TOCÓ VIVIR DURANTE ESTOS TRES AÑOS Y MEDIO.
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Qué la actual Rectoría tendría un escaso liderazgo en diferentes aspectos de la institución, particularmente en el académico, era altamente previsible dado el magro resultado obtenido en la primera vuelta en la que alcanzó un poco más del 25% de las preferencias.
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Sin embargo, pese a que el aparentemente abrumador resultado de la segunda vuelta pudo hacer asumir a algunas personas que la nueva rectoría podría contar con el irrestricto apoyo de toda la comunidad, en los hechos, el resultado se explicó por que la opción de la gran mayoría de los académicos fue desde las diferentes perspectivas por lo que se entendía como "un mal menor".
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Un hecho altamente sintómatico de la debilidad con que se iniciaba el periodo fue la composición del equipo de alta dirección que conformó, presidido por un colega a punto de jubilar y el reparto de los otros cargos en el reducido número de su escaso equipo de campaña.
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La debilidad de ese primer equipo de gobierno quedó de manifiesto desde un comienzo dada el casi nulo liderazgo de sus miembros, manifestado en su progresivo desmembramiento y reemplazos sin gloria ni majestad.
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Si algo se puede apreciar durante estos tres años y medio es en el ámbito de la gestión administrativa-financiera, que se concentró en la reducción de los gastos operacionales vía despido de un grupo importante de académicos JC a contrata, en el incremento de la carga académica de los que permanecieron, en el aprovechamiento de la Ley de incentivo al retiro que permitió liberar otros importantes gastos en personal y finalmente en la renegociación y cancelación de algunas deudas de largo arrastre como eran las previsionales.
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Por otra parte, la magra acreditación lograda por dos años ante una CNA al borde de la crisis, sólo logró dar una pequeña luz de esperanzas y la posibilidad de poder enfrentar la próxima en mejores condiciones, si se hubiesen tomado las iniciativas necesarias a su debido tiempo, consistentes en cambios sustantivos en la VRAC y en la captación de un fuerte contingente de nuevos académicos con alta productividad científica o tecnológica, tal como lo hizo oportunamente la USACH.
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Capítulo aparte fue el manejo de la situación planteada por el movimiento estudiantil durante el año 2011, que dejó sumida a la UTEM en una casi completa anarquía, o quizás mejor dicho a la universidad bajo el gobierno del grupo de dirigentes que asumió el control estudiantil con el explícito reconocimiento de las autoridades formales, pese a la escasísima representación que habían obtenida en su elección. La consecuencia de dicha debilidad dio como resultado el cierre de dos semestres académicos en inaceptables condiciones académicas y un grave desprestigio de la imagen interna institucional ante sus estudiantes y académicos que aceptaron como mal menor el cierre administrativo.
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El efecto de lo anterior no se dejó esperar, pues las postulaciones, matrículas y puntajes del año 2012 se redujeron sustantivamente, dado que los principales promotores de una casa de estudios son sus propios alumnos en los medios sociales, familiares y educacionales a los que pertenecen.
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Lamentablemente durante el año 2012 se cometieron dos graves errores operacionales, cusas consecuencias finales aún están por verse : 1.- El fallo en la presentación de los Convenios de Desempeño, lo que contribuyó al recambio del Vicerrector Académico, y 2.- Los graves errores en la Convocatoria a elección de los representantes académicos al Consejo Superior.
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Afortunadamente, la crisis de las Ues. privadas debido a los escándalos recientes de la CNA ha aplanado la cancha y mejorado el posicionamiento relativo de las Ues. estatales ante la imagen pública de los estudiantes, a lo que se añade las escasas interrupciones de las actividades docentes durante el año y a una mayor racionalidad de los actuales dirigentes estudiantiles.
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Adicionalmente, la crisis de la CNA, también ha traído una luz de esperanzas para la UTEM y otras del CRUCH en similares condiciones de desarrollo, pues el nuevo proyecto de Ley de Acreditación, si bien más exigente, propone un periodo de gracia de tres años a la Ues. que no se logren acreditar bajo el nuevo régimen. Tal como lo señaló hace unos días uno de los principales asesores rectoriales en la materia en un seminario interno de la UTEM.
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Como balance final, o síntesis del periodo que se aproxima a su fin, podría decirse que han sido tres años y medio de una gestión básica de subsistencia que no logra proyectarse a un futuro muy próximo que asegura nuevas y crecientes dificultades.
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NOTA EDITOR : Con posterioridad a la publicación de este artículo, diversos colegas han comentado que la lista de "errores" graves o gravísismos es muchísima más larga que los hechos mencionados en los acápites anteriores.
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Sin duda eso es verdad, y en una nota adicional se ampliará el listado con los aportes señalados por los colegas, asumiendo el riesgo que eso produzca una depresión en el ánimo de trabajo de la comunidad universitaria, al punto que otro colega se preguntase como era posible que la UTEM siguiese funcionando dados tantas errores.
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Sin embargo, la gravedad de la situación requiere transparencia a fin de poder introducir, aunque algo tardíamente, las correcciones necesarias.
Qué la actual Rectoría tendría un escaso liderazgo en diferentes aspectos de la institución, particularmente en el académico, era altamente previsible dado el magro resultado obtenido en la primera vuelta en la que alcanzó un poco más del 25% de las preferencias.
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Sin embargo, pese a que el aparentemente abrumador resultado de la segunda vuelta pudo hacer asumir a algunas personas que la nueva rectoría podría contar con el irrestricto apoyo de toda la comunidad, en los hechos, el resultado se explicó por que la opción de la gran mayoría de los académicos fue desde las diferentes perspectivas por lo que se entendía como "un mal menor".
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Un hecho altamente sintómatico de la debilidad con que se iniciaba el periodo fue la composición del equipo de alta dirección que conformó, presidido por un colega a punto de jubilar y el reparto de los otros cargos en el reducido número de su escaso equipo de campaña.
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La debilidad de ese primer equipo de gobierno quedó de manifiesto desde un comienzo dada el casi nulo liderazgo de sus miembros, manifestado en su progresivo desmembramiento y reemplazos sin gloria ni majestad.
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Si algo se puede apreciar durante estos tres años y medio es en el ámbito de la gestión administrativa-financiera, que se concentró en la reducción de los gastos operacionales vía despido de un grupo importante de académicos JC a contrata, en el incremento de la carga académica de los que permanecieron, en el aprovechamiento de la Ley de incentivo al retiro que permitió liberar otros importantes gastos en personal y finalmente en la renegociación y cancelación de algunas deudas de largo arrastre como eran las previsionales.
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Por otra parte, la magra acreditación lograda por dos años ante una CNA al borde de la crisis, sólo logró dar una pequeña luz de esperanzas y la posibilidad de poder enfrentar la próxima en mejores condiciones, si se hubiesen tomado las iniciativas necesarias a su debido tiempo, consistentes en cambios sustantivos en la VRAC y en la captación de un fuerte contingente de nuevos académicos con alta productividad científica o tecnológica, tal como lo hizo oportunamente la USACH.
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Capítulo aparte fue el manejo de la situación planteada por el movimiento estudiantil durante el año 2011, que dejó sumida a la UTEM en una casi completa anarquía, o quizás mejor dicho a la universidad bajo el gobierno del grupo de dirigentes que asumió el control estudiantil con el explícito reconocimiento de las autoridades formales, pese a la escasísima representación que habían obtenida en su elección. La consecuencia de dicha debilidad dio como resultado el cierre de dos semestres académicos en inaceptables condiciones académicas y un grave desprestigio de la imagen interna institucional ante sus estudiantes y académicos que aceptaron como mal menor el cierre administrativo.
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El efecto de lo anterior no se dejó esperar, pues las postulaciones, matrículas y puntajes del año 2012 se redujeron sustantivamente, dado que los principales promotores de una casa de estudios son sus propios alumnos en los medios sociales, familiares y educacionales a los que pertenecen.
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Lamentablemente durante el año 2012 se cometieron dos graves errores operacionales, cusas consecuencias finales aún están por verse : 1.- El fallo en la presentación de los Convenios de Desempeño, lo que contribuyó al recambio del Vicerrector Académico, y 2.- Los graves errores en la Convocatoria a elección de los representantes académicos al Consejo Superior.
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Afortunadamente, la crisis de las Ues. privadas debido a los escándalos recientes de la CNA ha aplanado la cancha y mejorado el posicionamiento relativo de las Ues. estatales ante la imagen pública de los estudiantes, a lo que se añade las escasas interrupciones de las actividades docentes durante el año y a una mayor racionalidad de los actuales dirigentes estudiantiles.
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Adicionalmente, la crisis de la CNA, también ha traído una luz de esperanzas para la UTEM y otras del CRUCH en similares condiciones de desarrollo, pues el nuevo proyecto de Ley de Acreditación, si bien más exigente, propone un periodo de gracia de tres años a la Ues. que no se logren acreditar bajo el nuevo régimen. Tal como lo señaló hace unos días uno de los principales asesores rectoriales en la materia en un seminario interno de la UTEM.
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Como balance final, o síntesis del periodo que se aproxima a su fin, podría decirse que han sido tres años y medio de una gestión básica de subsistencia que no logra proyectarse a un futuro muy próximo que asegura nuevas y crecientes dificultades.
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NOTA EDITOR : Con posterioridad a la publicación de este artículo, diversos colegas han comentado que la lista de "errores" graves o gravísismos es muchísima más larga que los hechos mencionados en los acápites anteriores.
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Sin duda eso es verdad, y en una nota adicional se ampliará el listado con los aportes señalados por los colegas, asumiendo el riesgo que eso produzca una depresión en el ánimo de trabajo de la comunidad universitaria, al punto que otro colega se preguntase como era posible que la UTEM siguiese funcionando dados tantas errores.
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Sin embargo, la gravedad de la situación requiere transparencia a fin de poder introducir, aunque algo tardíamente, las correcciones necesarias.
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