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UN BIEN NACIONAL QUE SE DEBE CUIDAR EN PRO DEL DESARROLLO
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INTELECTUAL, SOCIAL, MORAL Y ECONÓMICO DEL PAÍS.
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La importancia de la Educación en un país nadie la discute hoy, al menos públicamente; para bien o para mal, ésta define el desarrollo integral de una nación formando a las futuras generaciones tanto en los aspectos técnicos profesionales como en los valores que le dan estructura a la convivencia de los países.
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Quien quiera que mire nuestro vecindario puede darse cuenta que pese a ser países mucho más ricos y mejor ubicados geográficamente, se debaten en conflictos y miserias derivadas de una profunda corrupción de los valores fundamentales.
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Como contrapartida, países pequeños y carentes de riquezas naturales, tales como Suiza, Suecia y muchos otros, ocupan lugares privilegiados en el desarrollo económico y social de sus poblaciones.
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En Chile, hemos visto recientemente como las fuerzas de la corrupción han hecho mella profunda en nuestro sistema de educación superior de la mano de grandes empresas que han tratado de apoderarse del sistema a partir de las graves debilidades del sistema de educación estatal y de un sistema político fuertemente financiado por dichas empresas.
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Quienes debieron defender en el pasado reciente la educación pública nacional después del grave daño que le ocasionó el régimen militar durante 17 años, han desertado en grandes cantidades hacia esas empresas, donde ocupan cargos de Decanos, Rectores o simplemente altos directivos de sus consorcios con rentas y beneficios muy superiores a las que perciben los que de una manera u otra siguen vinculados a las instituciones tradicionales.
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El grave daño que los recientes hechos destapados en la CNA a partir de las denuncias del ex rector de la U. del Mar, se suma a muchos otros que en diferentes ámbitos del quehacer nacional se descubren casi a diario.
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Afortunadamente, Chile sigue siendo aún un país decente que rechaza emocional y racionalmente este declive ético-social que nos invade progresivamente.
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El repudio de los jóvenes estudiantes chilenos del año 2011 ha sido una fuerte señal de un despertar de la conciencia nacional ante una amenaza global que puede derrumbar los avances logrados en casi todos los campos del quehacer nacional.
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Quienes forman o han formado parte del Sistema de Educación Pública, ya sea como académicos, funcionarios o estudiantes, no pueden "mirar para el lado" mientras esta cosas ocurren; pues su responsabilidad es enorme ante las eventuales consecuencias de estos hechos.
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Lamentablemente, pero es necesario decirlo, parte de los procesos de corrupción que hoy se ven desmesurados se iniciaron en el mismo sector público, como consecuencia del actuar de los partidarios del régimen militar insertos en las universidades del estado y de la fragilidad humana de diversos académicos que se dejaron llevar por el camino fácil.
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EN DESARROLLO
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