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Sandra Quevedo y Javiera HerreraUn intenso ajetreo se observaba ayer al mediodía en la entrada de Casa Central de la U. Católica. Mientras algunas alumnas salían con frazadas y sacos de dormir, otros entraban con escobillones. Y el ir y venir de los jóvenes, que a su paso ordenaban y retiraban pancartas, era una señal de que se pondría fin a la toma. Desde el viernes, el edificio de Alameda 340 se encontraba ocupado principalmente por integrantes del movimiento feminista.
"Hoy se cumplen cuatro días épicos de trabajo y organización en esta toma", dijo Dominga Parraguez, una de las voceras. Luego, y cuando los estudiantes salieron tomados de la mano, desplegaron un lienzo con la leyenda "Esto recién comienza". Eso sí, minutos antes, otra de las dirigentas, Macarena Maggi, había estrechado sus manos con el rector Ignacio Sánchez.
Semanas, meses y años El fin de la toma se alcanzó gracias a acuerdos en tres puntos: el primero de ellos es revisar la situación de trabajadoras subcontratadas.
También se decidió reformular el protocolo contra el acoso sexual y que se volverán a analizar casos que fueron desestimados, para ofrecer ayuda psicológica a las posibles afectadas.
Además, en el tercer punto, se estableció el compromiso de que a los estudiantes transexuales se les reconozca su "nombre social" en las listas de asistencia y en la tarjeta estudiantil. Igualmente, se velará para que en los campus haya baños neutros.
"Si bien estamos felices de haber avanzado en nuestras demandas y agradecemos fuertemente el apoyo social, estos tres puntos son mínimos y queda mucho por avanzar", expresó Catalina Cabello, otra de las voceras. Maggi añadió: "Este movimiento no se detiene con la bajada de esta toma; la lucha está comenzando".
El rector explicó que los tres puntos, al igual que otras temáticas, se abordarán en una agenda de "dos semanas, dos meses y dos años".
En dos semanas se abordará la creación de la unidad de apoyo para denunciantes de agresión, para lo cual se contratará a dos funcionarias. También se zanjará la posibilidad de integrar a representantes del movimiento feminista a las comisiones de trabajo y se comenzará con el perfeccionamiento de los protocolos contra el acoso y con los cambios para que estudiantes trans puedan usar su "nombre social".
En dos meses, se espera comenzar a incluir a más mujeres en las bibliografías y tener un nuevo protocolo de acoso. Y en dos años, contar con mallas curriculares más abiertas.
"Me alegra mucho haber constatado la madurez de las estudiantes para comprender que los temas de fondo necesitan tiempo", dijo Sánchez. Y detalló que en los programas se pidió visibilizar "el aporte de la mujer en la academia, en la investigación, en distintas áreas del conocimiento. Pero para hacerlo bien, y para que traiga mayor diversidad y calidad, tiene que haber evaluaciones expertas".
Críticas y diálogoDurante la ocupación del recinto, profesores titulares de Derecho como Gonzalo Rojas y Enrique Alcalde -en cartas que enviaron al rector- criticaron la toma y cuestionaron a Sánchez por no solicitar que la fuerza pública desalojara Casa Central.
"Si a consecuencia de este diálogo forzado que usted ha consentido resultan determinadas concesiones, estas no tendrán la calidad de legítimas, cualquiera fuese su contenido, toda vez que serán el fruto de un procedimiento vicioso", planteó Alcalde.
Acerca de haber negociado en medio de la presión que implica una toma, el rector señaló que "lo más complejo de este proceso es que hay gente que quiere tomar medidas radicales como el desalojo, que dice que esto no va a tener ninguna salida si no es por vía violenta. Hay otros que piensan que no hay que poner ninguna condición y hay que dejar que esto evolucione (...). Uno tiene que navegar con sus convicciones, escuchando mucho, sabiendo los resultados y el impacto de una u otra situación. Había que hacer absolutamente todos los esfuerzos para evitar un desalojo que necesariamente iba a ser violento, iba a dejar muchas fracturas, y lo más lógico era optar por el diálogo".
"Es un acto que violenta"Con todo, Sánchez recalcó que la toma "es un acto que violenta a toda la comunidad; por lo tanto, no se puede negar que hay una presión interna y externa. En esta, había varios que la apoyaban internamente, pero mucha comunidad la rechazaba. Pero el diálogo que se dio fue de bastante buen nivel".
El rector añadió que quienes ocuparon Casa Central están asociados a un "grupo feminista que con mucha rapidez está convocando a nuestro país y sociedad. Aquí tuvo la fuerza de aglutinarse, y la posibilidad de llegar a acuerdo con la autoridad, además de presentar una manera de trabajar inédita en el mundo universitario. Esperamos que pueda ser replicada".
Aborto
La objeción de conciencia estaba en el petitorio inicial, pero se declaró como un intransable.
"Nos complica y duele que haya un número tan
importante de universidades que están en toma o paros prolongados. Ojalá puedan avanzar de forma similar".
IGNACIO SÁNCHEZ
Rector U. Católica