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INVENTANDO LA RUEDA POR SEGUNDA VEZ
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Gratuidad y autonomía universitaria, por Agustín Barroilhet.
Un artículo de The Economist aparecido hace dos semanas describe la situación de Escocia, donde la universidad es gratuita y selectiva.
Escocia derogó la matrícula bajo la promesa de que “se podrán derretir las rocas bajo el sol antes de que se permita que se cobre matrícula a los estudiantes escoceses”, una versión dramatizada de nuestro “ni becas ni créditos”.
La universidad en Escocia es totalmente gratuita, un derecho y, además, de calidad. El Estado les entrega, por el momento, suficientes fondos a las universidades para docencia e investigación y estas suben en los rankings.
¿Cuál es el problema?
De acuerdo a The Economist, desde que se implementó la gratuidad, cayó la matrícula de estudiantes de colegios públicos en las universidades y la educación técnica se estancó (habiendo crecido considerablemente más en la vecina Inglaterra). Parte de ello se debe a que, junto con la gratuidad, desaparecieron muchas de las ayudas que recibían focalizadamente los estudiantes pobres. La combinación de educación gratuita para todos con menores becas de subsistencia para los pobres perjudicó a los estudiantes pobres que antes asistían a la universidad.
Investigadores estiman que el resultado de la gratuidad fue una transferencia de 30 millones de dólares anuales desde los pobres que quedaron fuera a los ricos que entraron a la universidad gratuita.
Peor aún, desde el inicio de la gratuidad, los recursos para los centros de formación permanente, que es donde mayoritariamente van los pobres, cayeron en un 20% y los fondos para la educación escolar pública no se reajustaron, cayendo un 5% en términos reales. Como ha sido la tónica en los países donde se implementa, la gratuidad no hizo nada por mejorar la desigualdad en Escocia.
Pero más interesante, para efectos de nuestro debate: son otras las consecuencias de la gratuidad en las instituciones de educación superior escocesas. Utilizando como excusa el problema que está generando la gratuidad en el acceso a la universidad (es decir, reconociendo que el acceso de los pobres ha sido un problema), el gobierno escocés estaría tratando de revertir la situación sancionando “vía financiamiento” a las universidades que no hagan “esfuerzos suficientes” por atraer a estudiantes pobres.
Además, bajo la excusa de que se están gastando fondos públicos, el gobierno está contemplando reformar la ley de gobierno universitario para extender la participación democrática de alumnos y funcionarios incluso a sectores de la sociedad ajenos a la universidad, como los gremios empresariales y asociaciones de graduados.
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