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Rankings y reforma a la educación
Señor Director:
Se inicia el proceso de rendición de la PSU y todo lo que ello implica. Surgen entonces los rankings de universidades y carreras intentando orientar la toma de decisiones de miles de estudiantes que buscan un futuro mejor para sus vidas. Sin embargo, los tiempos han cambiado y los rankings no logran adaptarse a las nuevas demandas de la sociedad chilena.
Por ejemplo, el Ranking Universitas, publicado por su medio el 26 de noviembre recién pasado, considera como calidad del estudiante el AFI (Aporte Fiscal Indirecto), instrumento cuyos recursos fueron reducidos a la mitad en la Ley de Presupuesto 2016 y cuestionado por su carácter regresivo e inequitativo desde mediados de la década del 2000. Además, el AFI no es considerado como un indicador de calidad en ningún ranking internacional.
Asimismo, no incluye la variable regional como parte de la medición o la caracterización socioeconómica de los estudiantes que forman parte de sus aulas (que dan cuenta del real esfuerzo que realizan las instituciones por aportar con calidad a la formación de sus alumnos).
Se entiende que lo que se busca es comparar un año con otro y por ello no es posible alterar los criterios de manera tan radical. Sin duda su enfoque responde al paradigma de los 90 y la primera década del siglo XXI, que es justamente lo que se encuentra en discusión en estos días.
Por otro lado, otros rankings incorporan más dimensiones, como inclusión, vida universitaria y vinculación con la comunidad. Estas son justamente las tendencias que complejizan el concepto de calidad a nivel internacional, variables además fundamentales e irrenunciables para los sistemas de universidades estatales en los países desarrollados.
Sin embargo, es muy difícil que los rankings puedan abordar todas las dimensiones que permitan hacer comparables a todas las instituciones. Ante el desconocimiento de las motivaciones o conflictos de interés que dan vida a los rankings, urge entonces la reforma al sistema de aseguramiento de la calidad, el que, vinculado a un sistema de información más pertinente, garantice una toma de decisiones más adecuada e independiente, no solo para los estudiantes y sus familias, sino que también para las mismas instituciones.
Marcela Letelier Porras
Directora ejecutiva Consorcio de Universidades del Estado de Chile
Se inicia el proceso de rendición de la PSU y todo lo que ello implica. Surgen entonces los rankings de universidades y carreras intentando orientar la toma de decisiones de miles de estudiantes que buscan un futuro mejor para sus vidas. Sin embargo, los tiempos han cambiado y los rankings no logran adaptarse a las nuevas demandas de la sociedad chilena.
Por ejemplo, el Ranking Universitas, publicado por su medio el 26 de noviembre recién pasado, considera como calidad del estudiante el AFI (Aporte Fiscal Indirecto), instrumento cuyos recursos fueron reducidos a la mitad en la Ley de Presupuesto 2016 y cuestionado por su carácter regresivo e inequitativo desde mediados de la década del 2000. Además, el AFI no es considerado como un indicador de calidad en ningún ranking internacional.
Asimismo, no incluye la variable regional como parte de la medición o la caracterización socioeconómica de los estudiantes que forman parte de sus aulas (que dan cuenta del real esfuerzo que realizan las instituciones por aportar con calidad a la formación de sus alumnos).
Se entiende que lo que se busca es comparar un año con otro y por ello no es posible alterar los criterios de manera tan radical. Sin duda su enfoque responde al paradigma de los 90 y la primera década del siglo XXI, que es justamente lo que se encuentra en discusión en estos días.
Por otro lado, otros rankings incorporan más dimensiones, como inclusión, vida universitaria y vinculación con la comunidad. Estas son justamente las tendencias que complejizan el concepto de calidad a nivel internacional, variables además fundamentales e irrenunciables para los sistemas de universidades estatales en los países desarrollados.
Sin embargo, es muy difícil que los rankings puedan abordar todas las dimensiones que permitan hacer comparables a todas las instituciones. Ante el desconocimiento de las motivaciones o conflictos de interés que dan vida a los rankings, urge entonces la reforma al sistema de aseguramiento de la calidad, el que, vinculado a un sistema de información más pertinente, garantice una toma de decisiones más adecuada e independiente, no solo para los estudiantes y sus familias, sino que también para las mismas instituciones.
Marcela Letelier Porras
Directora ejecutiva Consorcio de Universidades del Estado de Chile
Interesante la natural defensa de la directora ejecutiva del Consorcio de Ues estatales, si bien el mismo no permite comprender el gran avance de las universidades privadas que, con herramientas distintas han logrado posicionarse entre las opciones de los egresados de enseñanza media y en muchos casos, llegar incluso, a constituirse en única opción dado el largo período de tiempo que los estudiantes pasan en sus casas por los famosos paros, huelgas, marchas que, si bien obedecen a nobles causas, tienen el defecto de no saber cuando terminar y su habitualidad ha hecho que pierdan la efectividad de antaño. Ahora bien, ojalá no se incorporen prontamente en los ranking más dimensiones, como inclusión, vida universitaria y vinculación con la comunidad, como lo plantea la señora directora ejecutiva, porque ahí tendrían que inventar una categoría especial para nuestra UTEM que quedaría bajo el eje horizontal y con signo negativo, un poco más abajo de donde estamos hoy. Por favor, que los ranking tengan misericordia de nosotros.
ResponderEliminar( De El Mercurio hoy )
ResponderEliminar"Este ranking, que busca hacer una medición de la calidad, no evalúa correctamente los avances que han tenido algunas universidades, como la nuestra. Por ejemplo, la UDLA actualmente cuenta con un total de 18 carreras acreditadas, en las que estudia el 50% de sus alumnos. Además, el ratio de alumnos por profesor expresado por JCE actualmente es de 26,5, y tenemos 44,7 alumnos por docente de planta, ratios que dejan a la UDLA en una posición competitiva en el sistema universitario. Todas las cifras se pueden extraer directamente de la información pública del SIES o de la Comisión Nacional de Acreditación".
"Cristóbal Castro
Director de Análisis Institucional UDLA-Universidad de Las Américas"
Con esos indicadores la UDLA NO FUE ACREDITADA. La UTEM SI TODAVIA.