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EL PRÓXIMO PASO EN ESTA SUBASTA PODRÍA SER UN OFERTÓN DE REAJUSTE SALARIAL DEL 5% REAL EN LUGAR DEL 2% NOMINAL CONCORDADO POR EL GOBIERNO CON LA ANEF.
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EL PRÓXIMO PASO EN ESTA SUBASTA PODRÍA SER UN OFERTÓN DE REAJUSTE SALARIAL DEL 5% REAL EN LUGAR DEL 2% NOMINAL CONCORDADO POR EL GOBIERNO CON LA ANEF.
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Si la política tiene hoy el rostro de una encrucijada histórica, ¿por qué entonces el comienzo de esta historia adopta la apariencia ordinaria de una simple puja?..."
Si alguien pensó que la segunda vuelta electoral -como un editorial de este mismo diario sugirió- sería un plebiscito acerca de la modernización de las últimas décadas, sobre si se persistía en ella o se torcía su rumbo, le debe haber bastado oír a los candidatos esta semana para advertir su error.
La segunda vuelta no será un plebiscito acerca de nada.
Parecerá una subasta.
En un plebiscito hay al menos dos conjuntos de ideas, incluso gruesas, que se confrontan y entre las cuales el electorado elige. Echando mano a esas ideas, los candidatos contrastan la imagen conceptual, algo más compleja, que les sirve de soporte.
En una subasta, en cambio, solo hay una puja, inspirada por una mezcla de ambición y audacia, para hacer cada vez una oferta mejor y más seductora.
¿No es eso lo que ha comenzado a ocurrir esta semana?
El primero fue Piñera.
A fin de obtener los votos que anhela, borró con patética prontitud todo lo que, con énfasis y con entusiasmo, sostuvo hasta ahora. La gratuidad, que hasta ayer rechazaba, ahora es posible en la medida en que el crecimiento de la economía lo permite (que es lo mismo que el proyecto gubernamental, al que se oponía, consagra). La ley de pesca (hasta ayer inobjetable) ahora debe ser derogada. La extensión del metro (que debía someterse a estudios de rentabilidad) ahora sería hasta La Pintana.
Y todo eso porque Ossandón -con esa voluntad irreductible que acompaña a la pureza de la ignorancia- lo exigió como condición previa para transferir los votos que subastaba.
Alejandro Guillier, por su parte, como acreditando que este es un síndrome de la política chilena y no un asunto idiosincrásico de uno de los candidatos, tuvo una actitud similar.
También él debió entrar en la puja. Y todo porque los dirigentes del Frente Amplio -vestidos con el brillo en los ojos y el entusiasmo de quienes creen haber abrazado la verdad- lo han desafiado a seducir a su electorado si quiere obtener la Presidencia. Y para hacerlo, con ese tono que no se sabe si es genuina vaguedad, ignorancia o simple astucia, Guillier sugirió la condonación del CAE y el fin de las AFP (aunque uno de sus asesores salió inmediatamente a desmentirlo).
Si bien lo que está ocurriendo en medio de esta puja es un fenómeno transitorio propio de la segunda vuelta y que consiste en dar a la minoría (a Ossandón en la derecha; al Frente Amplio en la izquierda) la ilusión durante al menos quince días de ser mayoría, también hay en este fenómeno algo de más hondura y hasta cierto punto irónico.
Y es que nunca una sociedad había manifestado mayores quejas contra el consumo y el mercado, y sus miembros considerado una ofensa que se les caracterizara como consumidores; pero nunca al mismo tiempo todos se habían comportado como si de veras lo fueran.
(...)
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LEER COMPLETO EN : EL MERCURIO.CON / BLOGS/PEÑA/SUBASTA POLÍTICA /
La segunda vuelta no será un plebiscito acerca de nada.
Parecerá una subasta.
En un plebiscito hay al menos dos conjuntos de ideas, incluso gruesas, que se confrontan y entre las cuales el electorado elige. Echando mano a esas ideas, los candidatos contrastan la imagen conceptual, algo más compleja, que les sirve de soporte.
En una subasta, en cambio, solo hay una puja, inspirada por una mezcla de ambición y audacia, para hacer cada vez una oferta mejor y más seductora.
¿No es eso lo que ha comenzado a ocurrir esta semana?
El primero fue Piñera.
A fin de obtener los votos que anhela, borró con patética prontitud todo lo que, con énfasis y con entusiasmo, sostuvo hasta ahora. La gratuidad, que hasta ayer rechazaba, ahora es posible en la medida en que el crecimiento de la economía lo permite (que es lo mismo que el proyecto gubernamental, al que se oponía, consagra). La ley de pesca (hasta ayer inobjetable) ahora debe ser derogada. La extensión del metro (que debía someterse a estudios de rentabilidad) ahora sería hasta La Pintana.
Y todo eso porque Ossandón -con esa voluntad irreductible que acompaña a la pureza de la ignorancia- lo exigió como condición previa para transferir los votos que subastaba.
Alejandro Guillier, por su parte, como acreditando que este es un síndrome de la política chilena y no un asunto idiosincrásico de uno de los candidatos, tuvo una actitud similar.
También él debió entrar en la puja. Y todo porque los dirigentes del Frente Amplio -vestidos con el brillo en los ojos y el entusiasmo de quienes creen haber abrazado la verdad- lo han desafiado a seducir a su electorado si quiere obtener la Presidencia. Y para hacerlo, con ese tono que no se sabe si es genuina vaguedad, ignorancia o simple astucia, Guillier sugirió la condonación del CAE y el fin de las AFP (aunque uno de sus asesores salió inmediatamente a desmentirlo).
Si bien lo que está ocurriendo en medio de esta puja es un fenómeno transitorio propio de la segunda vuelta y que consiste en dar a la minoría (a Ossandón en la derecha; al Frente Amplio en la izquierda) la ilusión durante al menos quince días de ser mayoría, también hay en este fenómeno algo de más hondura y hasta cierto punto irónico.
Y es que nunca una sociedad había manifestado mayores quejas contra el consumo y el mercado, y sus miembros considerado una ofensa que se les caracterizara como consumidores; pero nunca al mismo tiempo todos se habían comportado como si de veras lo fueran.
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Otros ofertones podría ser un reajuste del salario mínimo de un 10% para el 2018.
ResponderEliminarEn los próximos días veremos como estos ofertones irán subiendo de tono.
ResponderEliminarY que tal prometer para el 2018 un reajuste del salario mínimo y de la pensión básica solidaria de un 10%.
ResponderEliminarEs penoso ver que los promotores de la gran subasta electoral sean los mismos que nos prometían cambiar la política, dado que ellos a su vez estàn subastando sus votos al mejor postor.
ResponderEliminarY el mismo Boris hablando del candidato "Sebastian Guillier". Y no es broma ni lapsus, da lo mismo.
ResponderEliminarFue un poco para la risa la discusión de anoche en "Mejor hablar" entre Ossandón y Jackson cuando el primero acusó al FA de actuar como Poncio Pilatos frente a la segunda vuelta sin asumir responsabilidades.
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ResponderEliminarEl problem del FA es que si toma posiciones con Guillier terminaría disolviéndose en sus contradicciones internas.
Son 8 grupos que se agruparon en torno a la crítica a la Nueva Mayoría y su forma de hacer política.
¿Sumarse ahora a cambio de 2 o 3 reformas circunstanciales?
¡¡¡¡ IMPOSIBLE !!!!.
La izquierda, bajo cualquier nombre que usen, siempre será lo mismo. Lo triste es que el otro candidato tampoco es mucho mejor. Esto se parece a la universidad. Sospechosa la cosa....
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