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CON LA GRATUIDAD GARANTIZADA PARA UN 60% DE LOS ESTUDIANTES DE MÁS BAJOS RECURSOS, INCLUÍDOS LOS IPs Y CFTs, LA COMPETENCIA POR LOS MEJORES PUNTAJES SE DESATA CON FUROR.
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Si bien es cierto que las principales carreras de la UTEM nunca le han faltado postulantes, pese a los extensos paros y tomas de locales, no menos cierto es que los puntajes de ingreso, asunto esencial para elevar la calidad intrínseca de una universidad, no han logrado despegar en forma significativa.
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Tradicionalmente nuestros estudiantes han provenido de liceos particulares subvencionados y de municipales en segundo lugar, los que por sus históricas debilidades de gestión y recursos docentes, no alcanzan rendimientos óptimos con sus alumnos.
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Algunas personas evalúan este hecho como un déficit de conocimientos importantes para la continuidad del aprendizaje superior y ponen su atención en programas de nivelación.
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Sin embargo, quienes así piensan descuidan algo que resulta más importante y más difícil de recuperar: Hábitos, estrategias y disciplina de estudio; que no sólo garantizan el éxito durante los estudios universitarios, sino, y aún más importante, durante la extensa vida laboral que les espera en un mundo fuertemente competitivo y cambiante.
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Por ello, en esta lucha por captar los mejores puntajes (*) se juega el prestigio de largo plazo de las universidades, pues este prestigio deriva tanto del posicionamiento de sus egresados en el mundo laboral como en el de sus académicos en el dominio de sus disciplinas.
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(*) Si bien los puntajes reflejan directamente los conocimientos adquiridos, también expresan las condiciones intrínsecas y extrínsecas que permitieron alcanzar esos conocimientos.
CON LA GRATUIDAD GARANTIZADA PARA UN 60% DE LOS ESTUDIANTES DE MÁS BAJOS RECURSOS, INCLUÍDOS LOS IPs Y CFTs, LA COMPETENCIA POR LOS MEJORES PUNTAJES SE DESATA CON FUROR.
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Si bien es cierto que las principales carreras de la UTEM nunca le han faltado postulantes, pese a los extensos paros y tomas de locales, no menos cierto es que los puntajes de ingreso, asunto esencial para elevar la calidad intrínseca de una universidad, no han logrado despegar en forma significativa.
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Tradicionalmente nuestros estudiantes han provenido de liceos particulares subvencionados y de municipales en segundo lugar, los que por sus históricas debilidades de gestión y recursos docentes, no alcanzan rendimientos óptimos con sus alumnos.
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Algunas personas evalúan este hecho como un déficit de conocimientos importantes para la continuidad del aprendizaje superior y ponen su atención en programas de nivelación.
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Sin embargo, quienes así piensan descuidan algo que resulta más importante y más difícil de recuperar: Hábitos, estrategias y disciplina de estudio; que no sólo garantizan el éxito durante los estudios universitarios, sino, y aún más importante, durante la extensa vida laboral que les espera en un mundo fuertemente competitivo y cambiante.
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Por ello, en esta lucha por captar los mejores puntajes (*) se juega el prestigio de largo plazo de las universidades, pues este prestigio deriva tanto del posicionamiento de sus egresados en el mundo laboral como en el de sus académicos en el dominio de sus disciplinas.
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(*) Si bien los puntajes reflejan directamente los conocimientos adquiridos, también expresan las condiciones intrínsecas y extrínsecas que permitieron alcanzar esos conocimientos.
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