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CÓMO AVANZAR EN CALIDAD UNIVERSITARIA
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El Ranking Mundial de Universidades (las 500 mejores del mundo) preparado
por la Jiao Tong University de Shanghái reveló en 2016 que la
Universidad de Chile era la única chilena incluida en ese grupo, junto a
otras dos de habla hispana en la región latinoamericana (U. Autónoma de
México y U. de Buenos Aires) y siete universidades brasileñas.
El ranking
Times Higher Education, publicado hace algunas semanas, ha
proporcionado resultados que indican que Brasil tiene 32 universidades
ubicadas dentro de las mejores 81 en Latinoamérica, incluyendo la
primera y segunda del ranking. Eso equivale al 20% del total de
universidades existentes en ese país.
Chile, por su parte, ha tenido 17
universidades dentro de las 81 consideradas en el ranking Times,
lo cual equivale al 28% del total de universidades actualmente
funcionando en el país (es importante notar que en 2016, solamente 11
universidades chilenas figuraban en esa medición comparativa).
De esas 17 universidades altamente ranqueadas en 2017, solo cinco son estatales y doce privadas, de las cuales siete son privadas tradicionales (pertenecen al Consejo de Rectores) y cinco son privadas creadas post-1981.
De esas 17 universidades altamente ranqueadas en 2017, solo cinco son estatales y doce privadas, de las cuales siete son privadas tradicionales (pertenecen al Consejo de Rectores) y cinco son privadas creadas post-1981.
La Pontificia Universidad Católica de Chile es la
primera del grupo de entidades chilenas y ocupa el tercer lugar a nivel
latinoamericano, seguida de cerca por la Universidad de Chile, en el
cuarto lugar.
Es decir, el sistema universitario chileno destaca a nivel latinoamericano. Países de mayor tamaño, como Colombia, México y Argentina, han logrado incorporar un menor número de sus universidades en el ranking de las 81 más destacadas. A México le han correspondido 13, a Colombia 11 y a Argentina solamente dos. Esta evidencia contribuye a derribar dos mitos: primero, que el sistema chileno es de mala calidad -comparado con el resto de la región, los resultados indican lo contrario-; segundo, que el sistema estatal de universidades es de mejor calidad, ya que se prueba que de las nueve universidades privadas tradicionales existentes, hay siete consideradas en el ranking latinoamericano, mientras que 11 de las 18 estatales no lo están.
Ciertamente, los rankings dependen de los criterios de medición, pero constituyen una buena aproximación a la calidad de las instituciones, especialmente cuando se comparan instituciones.
Es decir, el sistema universitario chileno destaca a nivel latinoamericano. Países de mayor tamaño, como Colombia, México y Argentina, han logrado incorporar un menor número de sus universidades en el ranking de las 81 más destacadas. A México le han correspondido 13, a Colombia 11 y a Argentina solamente dos. Esta evidencia contribuye a derribar dos mitos: primero, que el sistema chileno es de mala calidad -comparado con el resto de la región, los resultados indican lo contrario-; segundo, que el sistema estatal de universidades es de mejor calidad, ya que se prueba que de las nueve universidades privadas tradicionales existentes, hay siete consideradas en el ranking latinoamericano, mientras que 11 de las 18 estatales no lo están.
Ciertamente, los rankings dependen de los criterios de medición, pero constituyen una buena aproximación a la calidad de las instituciones, especialmente cuando se comparan instituciones.
El
Ranking de Shanghái pone todo el énfasis en investigación y en los
indicadores asociados (publicaciones indexadas, índice de citaciones y
registro de patentes).
El ranking Times, por su parte, considera
lo mismo, pero incluye, además, elementos relativos a la calidad de la
enseñanza formativa (profesores, doctorados y reputación de la docencia)
y la internacionalización de la actividad universitaria (estudiantes y
académicos foráneos, además de colaboración internacional). Adiciona
también un indicador sobre la capacidad de la universidad para atraer
fondos de investigación.
En suma, los rankings aportan
información decisiva para evaluar lo que en general se denomina
"calidad" de la formación universitaria. Muchos desconfían de ellos y
otros los descalifican, pero resulta indudable que su estudio es
importante para el diseño del trabajo universitario, como, asimismo,
para el estudio de la política pública.
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(...)
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